Tal vez te cuesta ponerlo en palabras, o te agota tener que explicar una y otra vez que aún no estás bien.
Quizás te preguntas si estás siendo demasiado… o demasiado poco.
Es aquí donde hay que parar.
Respirar.
Y dar espacio a todo lo que eres ahora.
Transitar un duelo no es «pasar página».
Tampoco es fingir que nada pasó.
Es abrirse a una experiencia que transforma.
Es reconocer la herida, mirarla con amor y permitir que te enseñe:
qué amabas,
cómo amabas,
qué ha cambiado en ti,
y cómo puedes seguir viviendo con esa ausencia.
Y esto no se hace rápido.
Ni se hace solo.
Día a día, con oscilaciones, lágrimas, silencios…
A veces con rabia, otras con culpa.
No hay un único camino.
Por eso, dejarse acompañar es una de las decisiones más valientes y amorosas que puedes tomar.
La terapia es un lugar de contención y respeto.
Un espacio donde no tienes que ser fuerte ni tener todas las respuestas.
Solo necesitas ser tú, con todo lo que estás sintiendo y todo lo que aún no sabes cómo llevar.
Me he formado profundamente en el trabajo del duelo con profesionales como:
Gracias a ellos, aprendí a ver el duelo no como un síntoma a corregir, sino como una expresión profunda del amor y del vínculo.
Quiero decirte algo importante:
No estás roto/a. Estás en proceso.
No estás débil. Estás haciendo espacio a una emoción muy grande.
No estás solo/a, aunque a veces lo parezca.
El duelo no se supera. Se escucha. Se siente. Se honra.
Y cuando te dejas acompañar, deja de doler tanto.
No porque desaparezca la tristeza, sino porque ya no la cargas en soledad.
Estoy aquí para:
Caminar contigo por este territorio desconocido.
Sostenerte cuando te falten las palabras o solo salgan lágrimas.
Escucharte cuando no sepas por dónde empezar.
Y te prometo que llegará un momento en el que volverás a respirar más profundamente.
Que habrá días en los que la tristeza no dominará todo.
Y que podrás mirar atrás con amor… sin tanta herida abierta.
✨ Puedes comenzar una terapia individual para el duelo conmigo, en un espacio cuidado, respetuoso y profesional.
✨ También ofrezco un taller grupal de duelo y pérdida, donde compartimos, aprendemos y transformamos juntos esta experiencia.
Sí, es completamente normal.
El duelo puede traer una mezcla de emociones como tristeza, rabia, culpa, alivio o incluso confusión. Estas emociones pueden aparecer de forma inesperada o cambiar de un momento a otro. No hay una única forma de vivir el duelo: cada persona lo experimenta a su manera, y todas esas emociones son válidas.
No hay un tiempo exacto.
El duelo es un proceso personal y puede durar semanas, meses o incluso años, dependiendo del vínculo, las circunstancias de la pérdida y la historia emocional de cada persona. Lo importante no es cuánto dura, sino permitirte sentir y sanar a tu ritmo, sin compararte con los demás.
No necesariamente.
Aunque muchas personas asocian el llanto con el duelo, no todos lo expresan así. Algunas personas experimentan el duelo de forma más interna o con síntomas físicos o cambios de comportamiento. No llorar no significa que no estés sufriendo. Tu manera de vivir el duelo es única y válida.
No, en muchos casos puede ser muy beneficioso.
Acudir a un psicólogo o terapeuta especializado en duelo puede ayudarte a entender lo que estás sintiendo, a gestionar emociones intensas y a encontrar formas saludables de afrontar la pérdida. Si sientes que el dolor te desborda o que el tiempo pasa y no logras retomar tu vida cotidiana, buscar ayuda es un acto de cuidado hacia ti mismo.
Las fases del duelo son una guía, no una regla fija.
El modelo más conocido es el de Elisabeth Kübler-Ross, que identifica cinco fases:
Negación – No aceptar la pérdida, como un mecanismo de defensa inicial.
Ira – Frustración y enfado por lo sucedido, a veces dirigida a uno mismo, a otros o incluso a la persona fallecida.
Negociación – Buscar formas de revertir o mitigar la pérdida (“si hubiera hecho esto…”).
Depresión – Tristeza profunda, sensación de vacío o desesperanza.
Aceptación – Asimilar la pérdida y comenzar a reconstruir la vida sin la persona ausente.
Sin embargo, no todas las personas pasan por todas las fases ni en ese orden, y es común avanzar y retroceder entre ellas. El proceso de duelo es único para cada persona y lo importante no es “cumplir” con cada etapa, sino respetar los tiempos y emociones propios.